domingo, 3 de agosto de 2014

Capitulo 11: Londres (Parte 2)

Londres. No me lo podía creer. Después de estar todo el viaje hablando de Christian se me había olvidado para quién habíamos venido aquí. One Direction. Bajamos del avión y pasamos a buscar nuestro equipaje. Nos encontramos con Matt y Katherine, que nos contaron que ellos harían la entrevista a otro grupo, Five seconds of summer (5SOS). Se preocuparon por Belén el día de la fiesta pero no quisieron meterse donde no les llamaban, por eso no dijeron nada. Ella les contó lo que pasó y decidimos quedar mañana a primera hora para desayunar juntos e ir a la entrevista.
Según el papel que la profesora nos había dado, el hotel se encontraba en la calle Carnaby Street. Mientras íbamos dirección a esa calle, nos dimos cuenta que cada vez había más lujo y glamour. Nos paramos en un magnifico hotel de barandas doradas y una gran entrada. Los cuatro nos quedamos sin palabras. Impresionante, espectacular. Entramos y un chico de ojos azules con una hermosa sonrisa nos preguntó:
-       ¿Ustedes son los cuatro estudiantes españoles?
-       Esos mismos. – Dijo Belén con una sonrisa. Ya sabía por dónde iba esta chica.
-       Acompáñenme, por favor.
Nos dirigimos al ascensor, mejor dicho al enorme ascensor. Los cinco nos metimos dentro y en la segunda planta paramos para bajar. Entre maletas y personas era casi imposible moverse. El chico nos señaló las habitaciones 222 y 224, y supusimos que serian las nuestras. Le dimos una pequeña propina al joven y entramos en las habitaciones. ¿Éramos simples entrevistadores o estrellas de cine? Qué maravilla de habitación. Empezamos a ordenar la ropa para que estuviera más a mano todo. La habitación consistía en dos camas individuales, cada una con su mesita de noche y sus cajones, un enorme baño y una pequeña sala de estar.
Como habíamos quedado con Katherine y Matt por la mañana, estas últimas horas de la tarde las dedicaríamos a pasear por las calles. Bajamos y el chico que nos había acompañado nos sonrió deseándonos una buena tarde. Que educado. Estuvimos dos horas andando por calles y entrando a todas las tiendas que veíamos y nos llamaban la atención. Estábamos cansadísimas y nos sentamos en una mesa de un bar a tomar alguna cosa para volver al hotel a cenar. Una chica, llamada Isabella, nos atendió con una sonrisa y a los dos minutos trajo el pedido. Hablamos de todo lo que habíamos visto y salió el tema de nuevo:
-       Jen, ¿Tú qué piensas acerca de Aaron?
-       Bel, no quiero meterme en tu vida pero ya sabes lo que pienso. Creo que sigue habiendo algo entre los dos, pero ninguno quiere aceptarlo.
-       Uff…Jen no sé cómo te lo haces, pero a ti todo te sale bien. – Bufó Belén.
-       ¡Eso no es cierto! – Contesté molesta.
-       ¿Has hablado con Christian? – Cambio de tema rápidamente, sabiendo que solo con oír su nombre una sonrisa se formaba en mi rostro.
-       No, aún no.
-       ¿Por qué?
-       Porqué aún no he abierto el móvil, así de simple. – Reír ante mi respuesta. - ¿Sabes que mañana los vamos a ver, no?
-       No me lo recuerdes, Jennifer. ¡Qué me va a dar algo!
Seguimos hablando hasta que decidimos volver. Nos levantamos y de golpe, un chico chocó contra mí. En el acto, caí de espaldas al suelo. Dolió. El chico, disculpándose, me ayudó a levantarme bajo la atenta mirada de Belén:
-       Lo siento, perdóname. No te he visto. – Dijo con una voz ronca y profunda.
-       Tranquilo, no pasa nada. Estoy bien, ha sido solo un golpe. – Contesté con una sonrisa tranquilizadora.
Sonrió. Me fijé mejor y pude observar una pequeña marca en su cuello. Me quedé pensando y fui a mirar sus ojos, pero llevaba unas gafas de sol. ¿Sol? ¿En Londres? De repente, otro chico con gafas oscuras y un pequeño gorro negro que cubría sus cabellos rubios, vino corriendo hacia él:
-       Pensaba que ya te habían cogido, tío. – Rió el recién llegado.
-       No, tranquilo. Iba corriendo y de golpe, me choqué con ella. – Dijo señalándome.
-       Un placer chicas. Tenemos que irnos. Paul nos espera.
Se despidieron y empezaron a correr de nuevo. Que prisas. Belén y yo nos quedamos mirándolos hasta que desaparecieron de nuestras vistas. Ella fue la primera en romper el silencio:
-       Que chicos más raros. Tenían que ser británicos, ¿eh?
-       Sí, pero me suenan y no sé de qué.
Nos reímos de la extraña forma de ser de esos dos chicos y nos dirigimos al hotel para cenar e irnos directamente a la cama. Mañana seria el día deseado.

No hay comentarios :

Publicar un comentario