Salí con la excusa de siempre: “Me voy a buscar un lugar para estar solo”. Me funcionaba desde antes de ayer, o sea que no busqué otra. Me dirigí al Heathman con la intención de hablar con ___(tn). Por mi mala suerte, la recepcionista del hotel me reconoció y me hizo firmar dos CD y cuatro fotografías y a cambio me dio la llave de la habitación de ella.
Llegué a la segunda planta, habitación 22 e introduje la llave. Estaba toda iluminada y oía una dulce voz proveniente del interior. Me acerqué más y deduje que era su voz. Toqué la puerta y ella contestó:
- Lidia, ¿Ya estás aquí? ¡Qué rapidez, chica! Ahora salgo, un momento.
Su compañera no estaba. Excelente. Así podría hablar con ella tranquilamente. ___(tn) salió de la ducha con una toalla blanca enroscada en un cuerpo y con otra en la cabeza para que el agua del pelo no cayera por toda la tapicería de la habitación. Al verme, sus ojos no daban de sí:
- ¡Liam! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado aquí? ¿Cuánto hace que estás aquí? ¿Por qué estás aquí?
- Buenos días, hermosa. Estoy aquí porque quiero hablar contigo. He entrado con una llave, hace cinco minutos. Porque quiero saber si es verdad lo que me dijiste anoche.
- Muy bien. Te importa si me cambio de ropa. Me siento incomoda así y tú mirándome.
- Claro, te espero aquí.
Pero antes de que se encerrara en su habitación, agarré su brazo, la giré hacia mí y uní nuestros labios. Ella me respondió al beso, enroscando sus brazos en mi cuello, dejando que la toalla blanca cayera por su delicado cuerpo. La abracé por la cintura y con algo de fuerza la levanté para que se enroscara en mi cuerpo. Con ella enganchada a mi cuerpo, empecé andar por la habitación hasta entrar en la suya y caer en la cama con ella todavía pegada a mí.
viernes, 5 de septiembre de 2014
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